La docencia un trabajo altamente estresante

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Opinión de ERF.

En el entendido que SIMBIOSIS, de acuerdo al diccionario de la lengua española significa:      

Asociación de individuos animales o vegetales de diferentes especies, sobre todo si los simbiontes sacan provecho de la vida en común.

Lo anterior deviene del griego: syn- “juntos” y bios- “vivo o vida”. Que al unir el prefijo y sufijo, nos da el concepto de “vida en común”.

 La asociación entre individuos nos permite, como docentes y alumnos, tener una relación estrecha que no siempre es benéfica, pues la simbiosis puede ser  mutualista, comensalismo y un tercero que en el peor de los casos llamaremos ecosistema de calamidad, pues es cuando el uno se aprovecha del otro, al crear una afectación que no es pasajera sino que marca para toda la vida a un individuo.

Senior authoritarian professor yelling and pointing at the blackboard with a stick: traditional education concept

 Este último justifica mi presencia en este lugar; pue no vengo con la idea romántica del papel de docente que solo se ve en las películas de “Simitrio” o “El profesor” de Cantinflas; ni mucho menos a idealizar el tipo de alumno que merecemos los maestros de México; porque ya sabemos que los estudiantes son pueblo, un pueblo que muestra, en las butacas del aula, todos los males del país, partiendo de la carencia económica, del embarazo a temprana edad, del consumo de drogas, de la falta de motivación por parte de las familias hacia el alumnos, el divorcio de los padres, de la violencia en las calles; aunado a la intrafamiliar, del uso y abuso de las nuevas tecnologías, de las familias disfuncionales que cada día se multiplican; carencia de una buena alimentación que orilla a una salud muy frágil y todo lo que se anexe de acuerdo a los cambios estructurales del mundo. Eso ya lo sabemos y lo tratamos de reflexionar con el estudiante mediante diversos proyectos establecidos en el PMC, en el PAEC; ya sea prevención de adicciones, embarazos, vida saludable, gestión de emociones y todo lo que sea necesario para el bienestar del estudiante, que con la Nueva Escuela Mexicana se aborda desde un punto de vista integral.

Pero del otro lado, de la moneda están las maestras y maestros; seres que por nuestra condición deberíamos reclamarle a los hacedores de súper héroes o al universo Marvel, la razón de no incluir a esta figura tan importante dentro de sus historias; porque también como estás figuras de la cultura popular de masas, tenemos nuestras tribulaciones, nuestras batallas, porque somos padres, madres, somos esposas, esposos; somos parejas; somos hijos, hijas, y que para sorpresa somos parte del México que hoy compartimos con nuestro alumnos.

 Tenemos necesidades de todo tipo como ellos, nuestras filias y fobias; desde un mal día en el hogar; desde un estira y afloja para el gasto familiar, componer los imperfectos de la casa, apoyar al familiar, no se diga si eres jefa de familia; sumando, la necesidad de tener dos o hasta tres trabajos en diferentes escuelas; aunado, a las sinergias de los conflictos contractuales, al igual que las desavenencias entre compañeros que se vuelve fuego amigo al pasar los semestres y ciclos escolares mientras el tiempo sigue su rumbo y de la nada ya no son las mismas fuerzas, el semblante e incluso la misma salud tanto física como mental por un desgaste que merma. Situación que nadie sabe más que nosotros los que estamos en el aula haciendo la simbiosis.

Cabe mencionar que se percibe al estudiante como un ser en proceso formativo; mientras que el docente ya tiene una madurez; en este sentido la madurez nos brinda resiliencia  ante lo que ocurre en un aula y debe caber la prudencia, empatía para que el choque generacional no genere conflictos existenciales con nuestros sistema de valores, creencias y costumbres.

Porque somos profesionales para acompañar en su proceso formativo al estudiante de este siglo; sin embargo la simbiosis docente-alumno no puede funcionar si ambos seres carecen de algunos factores importantes como la salud emocional, física y mental. Rubros que en su mayoría no son tomados en cuenta para el gremio docente; porque el docente debe ser inmune y ajeno a los males sociales, porque es un trabajo donde el docente hace nada y aparte le pagan, concepción que tiene la sociedad  sobre las maestras y maestros, desde que se trató de privatizar la educación.

Suena catastrófico, pero lo es más cuando en esas condiciones, repito en esas condiciones; nos presentamos a dar clases con toda esa carga emocional que nadie ve y tal vez no es significativa ante las estadísticas de reprobación, aprobación, abandono escolar y eficiencia terminal; cuando, tal vez, una parte de la reprobación, abandono y eficiencia terminal tiene que ver con nuestro desgaste por los años que hemos ejercido tan digna profesión, una situación que se debería abordar en lo cualitativo y no en lo cuantitativo, con miras a una mejora continua; porque esa simbiosis que se gestiona en el aula merece ser objeto de estudio.

La Investigadora Diana Janeth Villamizar Carrillo, Universidad de Pamplona, Colombia; destaca en su artículo Contexto de la salud mental en docentes universitarios. Un aporte a la salud pública. Revista CES Salud Pública, 6(2):146-159.  La docencia se considera una de las profesiones más estresantes debido a que implica un trabajo diario basado en interacciones sociales en las que el docente debe esforzarse para regular sus emociones y las de los estudiantes, compañeros de trabajo, entre  otros.

Otro dato importante es el publicado en la revista de la Universidad Nacional Autónoma de México titulado “Bienestar y salud mental del docente, la base de una educación equitativa y eficaz” el doctor Jahaziel Quintín Cruz García, responsable del Área de Bienestar Docente de la Unidad de Desarrollo Académico de la Secretaría de Educación Médica externó que otras situaciones que pueden alterar la salud mental del profesorado son la falta de recursos económicos y materiales para trabajar; la falta de destreza en la aplicación de las nuevas tecnologías en la enseñanza; e incluso, los cambios administrativos,que generan incertidumbre sobre su recontratación. Incluso“El desgaste de la actividad docente ha aumentado con las reformas educativas que han cambiado la visión del profesor”.

Habría que proponer un departamento especializado en investigación para que se comprenda desde el enfoque cualitativo quienes somos los que estamos frente a grupo y cuáles son nuestras necesidades en salud educativa; con miras a mejorar nuestras áreas de oportunidad para que el estudiante se desarrolle en ecosistema educativo sano, al potencializar nuestras capacidades por medio de la salud emocional, mental y física; porque es ahí donde se podría ver un cambio significativo a favor del estudiante.

Lo anterior no se trata solo de reuniones, pláticas, juntas o cursos de capacitación para fortalecer nuestra pedagogía; sino del bienestar para el docente, en el entendido que no solo se puede enfocar éste término en lo económico, que dicho sea de paso es un tema no menos importante; pero de qué sirve lo monetario sin una salud integral que permita al profesorado ejercer la profesión con plenitud; al solicitar jornadas de salud mental para los docentes, caravanas que garanticen tratamientos efectivos para el gremio que esta al servicio de la educación; asistencia en los planteles donde se vea la intención de prevenir enfermedades como el estrés, la ansiedad y depresión principalmente.

No es nada descabellado; el mismo especialista hizo mención que hay instancias universitarias, como la FES Iztacala, que cuentan con programas de apoyo específico para profesoras y profesores de todos los niveles educativos.

Compartió que el Área de Bienestar Docente de la UDA-SEM adaptó un modelo propuesto por el Centro para el Bienestar y la Promoción de la Salud de la Universidad de Harvard, el cual abarca las dimensiones física, mental, social, ocupacional, personal, intelectual, ambiental y financiera, a las necesidades del profesorado de la Facultad de Medicina.

¿Por qué entonces no se acentúan con seriedad en el nivel medio superior?  Si hoy se habla de una escuela humanista, y es imperante que el alumno esté al centro; pero cómo lo va a estar si su contraparte también necesita de ese apoyo y por consecuencia el reconocimiento a su resiliencia contenida que no se dará cuándo se ve rebasada o colapse.

Echar mano a este tema es revalorizar al trabajo docente para que la simbiosis que existe con el estudiante sea con miras al bienestar, que ambos necesitan por salud mental; ya que, no todo debe ser para un lado, sino para ambos sentidos en el aula, dónde estos dos actores, estudiante-maestro no tengan enconos que afecten el proceso E-A, pues uno no puede ser sin el otro.

Es imperante reflexionar sobre el proceso y no solo en el resultado; seguramente ahí se podrán encontrar respuestas para hacerle frente a los retos que enfrenta nuestro sistema educativo; donde el grito no sea el recurso para llamar la atención, la descalificación no sea el medio para regular conductas, el generalizar no sea una constante y lo objetivo deje de convertirse en la mecanización de monosílabos como respuesta de un sí o un no, para resolver situaciones meramente humanistas, que tanto hace falta en nuestras aulas para resolver los desafíos que permitan al estudiante ser un ciudadano asertivo, con una inteligencia emocional que le permita formarse como un ser empático; sin normalizar la situación en la que se encuentran los docentes cada vez que llega una nueva reforma educativa; donde la tensión, presión laboral aunado a la indefensión en la que se ponen los maestros de todos los niveles educativos no sea una constante; pues, enfocarse en darle un lugar preponderante en las aulas al estudiante es una gran certeza   dela Nueva Escuela Mexicana, pero eso no debería significar que el docente pase a un lugar de infravaloración; que se manifiesta en los pagos tardíos de prestaciones, de dar por hecho que no puede haber reprobados en los niveles básico o medio superior; no se diga en los múltiples filtros, para poder tener derecho a una plaza, si es que no la esconden para ejercer la docencia; aunado a la percepción errónea sobre el papel de la docencia en México.

 Por lo anterior, valorar la función docente en el tema emocional no tendría  que ser el fin sino el medio para mejorar el nuevo modelo educativo que hoy tiene al centro  lo más valioso de una nación, como lo son sus estudiantes; y que esta oportunidad debe ser patente para darle un enfoque humanista a la figura transformadora del docente a través del fomento a la salud física y mental, en un contexto donde la exigencia se vuelve mayor para nuestros egresados. 

Ante esto, hay esperanza, existe una luz al final del túnel que permite poner en primer plano dicho tópico que es reconocer la necesidad de redes de apoyo;  que si no están en tu centro de trabajo, por lo menos se debe buscar ayuda profesional; porque la salud mental no es un lujo, sino una necesidad que a la larga los estudiantes agradecerán contar con maestras y maestros sin estrés, sin ansiedad y sin depresión; en la simbiosis más influyente de las sociedades como lo es la de docente-alumno.