La Pantalla se Apaga: Reflexiones sobre la Trágica Muerte de Valeria Márquez

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El Ahuizote.

La noticia de la muerte de Valeria Márquez, ha resonado con una fuerza escalofriante en las redes sociales y más allá. Su asesinato, perpetrado en vivo mientras compartía un momento con su audiencia en TikTok, no es solo una tragedia personal, sino un brutal recordatorio de la peligrosa intersección entre la creciente visibilidad digital y la persistente violencia de género que azota a México.

Valeria, desde su salón de belleza en Zapopan, tejía un universo de tutoriales y consejos que conectaban con miles. Sus trasmisiones en vivo la habían convertido en una figura de la redes sociales. Ver cómo esa conexión se rompió de la manera más violenta posible ha dejado una cicatriz profunda en quienes la seguían y en la conciencia colectiva.

La frialdad del acto, la premeditación de un agresor que se acercó con un engaño para arrebatarle la vida, estremece. Que este horror se haya transmitido en directo añade una capa de crueldad y vulnerabilidad a la ya de por sí desgarradora realidad. Los testimonios de sus seguidores, quienes presenciaron impotentes el final de su transmisión, son un eco del trauma que la violencia inflige no solo a la víctima, sino a toda la sociedad.

La investigación bajo el protocolo de feminicidio es un paso necesario. Las palabras que pronunció momentos antes, expresando una vaga sensación de inseguridad, son un escalofriante presagio y deben ser investigadas a fondo. ¿Quién era ese remitente del “regalo”? ¿Existían amenazas previas? La justicia exige respuestas claras y contundentes.

Este suceso nos obliga a reflexionar sobre varios puntos cruciales. En primer lugar, la aparente vulnerabilidad de las figuras públicas en el entorno digital. Si bien las redes sociales ofrecen una plataforma para la conexión y la expresión, también pueden exponer a individuos a riesgos inimaginables. ¿Qué medidas de seguridad pueden implementarse para proteger a quienes comparten su vida en línea?

En segundo lugar, y quizás lo más apremiante, la persistente y brutal violencia contra las mujeres en México. Las cifras son escalofriantes: diez mujeres asesinadas cada día. La muerte de Valeria se suma a la estadística, pero al ocurrir en un espacio público y ser presenciada por tantos, irrumpe en nuestra cotidianidad con una urgencia renovada. Se necesitan acciones concretas y efectivas para erradicar la misoginia y garantizar la seguridad de todas las mujeres.

Finalmente, este trágico evento nos interpela como sociedad. ¿Qué tipo de cultura estamos construyendo que permite que actos de violencia extrema como este sigan ocurriendo? La indignación en las redes sociales es palpable, pero debe traducirse en un compromiso colectivo para exigir justicia, para educar en la igualdad y el respeto, y para construir un futuro donde ninguna mujer tema por su vida.

La pantalla de Valeria Márquez se apagó abruptamente, pero su trágica muerte debe encender una llama de acción, tanto en la conciencia en la sociedad como en la de las autoridades ya que ningún crimen debe quedar impune; de lo contrario seguirá le derrota contra la desafortunada normalización de los delitos.